UNDÉCIMA ENTREGA
Por medio de este espacio continuamos con la
publicación de la Undécima entrega de los trabajos literarios,
desarrollados a partir del proceso de creación de la escuela de formación en
literatura del Instituto Municipal de Cultura Recreación y Deporte de
Zipaquirá. Por medio de la lectura de los textos podemos disfrutar las
geografías propias de cada voz y la necesidad por construir un tejido social y
sensible que le dé nombre a nuestra identidad y a nuestro deseo por hacer un
mejor mundo.
SORPRESA PA MI NEGRA
Alístate mi negra
Que tengo una alegría
Que no cabe de dicha
Aquí en el corazón
Alístate mi negra
Alístate esta noche
No dejes para mañana
Lo que puedes hacer hoy
Alístate que tengo
Una sorpresa grande
Una que tú has esperado
Como la he esperado yo
Alístate que tengo
Una ilusión que arde
Quiero que tú y yo seamos
Como esos dos volcanes
Que están en erupción
Alístate mi negra
Mira que el tiempo apremia
El cura ya está en la iglesia
no olvides traer los aros
pa nuestra bendición
Alístate bien mi negra
mira la gente a cada lado
del atrio, están sentados
esperando emocionados
A que entremos tu’ yo
Alístate mi negra
No olvides lo pactado
Lo que aquí hemos jurado
No tiene disolución
Parmenio Rios Rios.
Los domingos por la mañana
La hora dorada por las tardes
La manos cruzadas
Las primeros recuerdos
Las miradas indiscretas
El olor a hogar
Los libros nuevos
Poder escribir por aquellos que pensamos
El frio inesperado
Nuestra ropa favorita
Los regalos sinceros
Mojarse en la lluvia
Pisar los charcos sin miedo a ser salpicado
La comida de abuela
Encontrar una moneda
Que alegría es encontrar una verdadera sonrisa
Juan Pablo Banoy
SATISFACCIONES
Despertar con el canto de los pájaros
Usar la vieja ruana
Esperar que pase la lluvia
Rociar las matas, cocinar, esperar, creer
Pasear el perro
Escuchar, sentir el paso del tiempo, confiar
Agradecer
Anita Mora
LOS PÁJAROS EN JAULAS NO
CANTAN
Un Haiku para Pacho
Si libre no es
El pájaro no
canta
En jaula
mortal
Desde muchos meses no
recibíamos buenas noticias, eran los últimos días que pasaríamos en la que fue
nuestra casa, nos encontrábamos recogiendo las pertenencias, cuando una pequeña
figura emplumada amarilla se introdujo por la ventana, no supimos a quien pertenecía
aquella criatura que al parecer quería adoptarnos como su familia. Todos
estábamos muy contentos con su presencia, y tal vez siendo egoístas no tuvimos
en cuenta que al llegar a nuestro lado lo que él quería era libertad y no la
jaula que al día siguiente erróneamente le compramos, y en la que lo
transportamos junto con el trasteo hacia Cajicá.
A partir de aquel momento ya no solo
éramos cinco sino seis personas los miembros de esta familia, pues nuestro
nuevo amigo se volvió el objeto de nuestro amor. Salíamos a tomar el sol
al prado siempre con la jaula entre nosotros, le hablábamos como si él nos
entendiera, él o ella nunca cantó pero no nos importaba, disfrutábamos viéndole
comer y colocar su cabeza en modo atención como si nos escuchara, se le veía
solitario o solitaria no sabíamos su género, Pacho como le llamamos parecía que
nos observaba. Era nuestra compañía además del palomo que habíamos traído
también desde Bogotá, pero con el que no jugábamos, pues al parecer no gustaba
de participar en las reuniones; curiosamente al poco tiempo de instalarnos en
la nueva casa, se nos unió Tony el perro de la vecina de enfrente
que si quería pasar tiempo con nosotros ya que incluso dormía en nuestro
corredor, y cuando su ama lo llamaba se escondía en la parte de atrás de la
casa dando la impresión que hombreaba como respuesta, además se negaba a
obedecerla, esto nos alegraba secretamente, causándonos mucha risa, - no,
así a su dueña quien nos reclamaba furiosa, constantemente por ello.
En el patio crecían algunas hortalizas,
maíz y fríjoles que mi madre había sembrado, cultivaba papa y arveja y
junto a unos tomates de árbol crecía una gran planta de calabaza la que se
enredaba sobre un inmenso lavadero usado por los niños como piscina, en
los días soleados. Un día decidimos sobre el sembrado, abrir la puerta de la
jaula para ver muy emocionados como Pacho salió y caminó sobre este, abriendo
las alas empezó a danzar y por primera vez escuchamos su hermoso cantar, para
luego en un plato de agua tomarse un chispeante baño, parecía muy
feliz, era como si tuviese una fiesta personal, con la que celebraba su derecho
a ser libre.
No voló ni se alejó mucho, solo permaneció
entre la danza en las eras, y los baños en el plato, pero ya en la tarde
se detuvo y no se movió más. Con infinita tristeza, se realizó una improvisada
despedida allí mismo, y en medio de este adiós nos sentimos confortados. Nunca
más volvimos a tener jaulas y creo que fue este hecho el que me permitió
reconocer el valor de pertenecernos a nosotros mismos.
Blanca Cecilia Arce
BURJ KALIFA
Son las 6.45 P.M en Dubái; la temperatura oscila
alrededor de los 30 grados, el calor es asfixiante. Entran al Burj kalifa 5
personas, se dirigen a tomar el elevador #13 de la torre principal.
Se abre la puerta e ingresan: una mujer de veinti
tantos años, vestida con un hábito como el de las religiosas de la orden de Sor
Teresa de Calcuta, enseguida entra el magnate estadounidense Jeff Bezos con un
finísimo vestido Giorgio Armani; luego John Frank Pinchao jefe de escoltas de
Love Entertainment; después, un hombre de apariencia afgana y vestimenta muy
humilde y por último yo, Agustina Sánchez.
Se cierra la puerta y pregunto: ¿a qué piso se
dirigen? Y todos en una sola voz respondieron: “al piso 98 por favor”. Empieza
nuestro viaje y se observa desde este toda la ciudad; cuando íbamos en el piso
93 se detiene nuestra caja y se enciende la luz de emergencia. El señor Bezos
oprime el botón de abertura, pero no se abre el ascensor; el hombre de
apariencia humilde le pide ayuda a Pinchao para abrir la puerta, pero es
imposible.
De un momento a otro se va la luz definitivamente.
Siento angustia, el calor me sofoca, quiero gritar, pero tengo que controlarme.
De pronto escucho un disparo y siento que algo me salpico la cara, la monjita
empieza a gritar y a pedir socorro para que nos rescaten. La fuerza de
seguridad del edificio abre la puerta, veo al señor Bezos en un charco de
sangre, la monja con su hábito roto y mostrando un hermoso body negro en encaje
y también salpicada de ese líquido rojo que recorre las venas. Pinchao tenía en
su mano una Pietra Beretta que no fue accionada, ya que, él iba acompañando a
Madame Rochy; el hombre de apariencia afgana no dejaba de reír, lo requisaron y
no encontraron nada , de pronto se le cae su parkul y deja ver un viejo
revolver Smith and Wesson. Antes que le preguntara el guardia si había cometido
el crimen él dijo: “ yo lo hice”; este tipo Bezos es un maldito, un falso, un
crápula y sobre todo va en contra de los principios del Islam y yo tenía que
eliminarlo.
Por último, me preguntaron a mí, que venía a hacer al
piso 98, lo único que atine a decir q venía acompañando a madame Rochy , el
guarda me pregunto:¿ Dónde está ella? Ahí indique con mi dedo índice a Madame.
“Es la monjita” dijo el guarda. Si señor afirme, ella es la prostituta de turno
para el señor Bezos.
Jacqueline Alfaro Gómez
EL SALPICADO
El aguacero acababa de pasar, los invitados y los
graduandos prestos a ingresar al teatro en donde se realizaría el evento. Era
un mar de personas en el amplio andén, la calle destilaba charcos contaminados
con las aguas de las alcantarillas. De pronto se abrieron las puertas del gran
salón y la multitud corrió en bloque como una ola cuando muere en la playa.
José Fidencio se quedó repasando su parlamento a la orilla del andén, cuando en
ese preciso instante pasa un automóvil y lo salpica con esos pozos de agua
putrefacta, dejándole el vestido con pecas oscuras sobre ese color claro,
escogido para la ocasión.
Con ese decorado inesperado en su ropaje, ingresó y de
inmediato subió al escenario para empezar a fungir como maestro de ceremonias.
Al empezar su presentación, el fluido eléctrico dejó de funcionar, todo quedó
oscuro, el público salió en orden y sin atropellos, José Fidencio calculó que
ya podría salir también, pero se le olvidó por donde era la escalera y cayó al
vacío del foso de orquesta, dislocándose su muñeca izquierda. Como pudo se
levantó y se dirigió despacio hacia la salida, en ese momento, se activó la
alarma, acudiendo de inmediato los vigilantes, quienes lo llevaron detenido por
sospecha, por la facha que presentaba.
Jose Antonio Pulido
Que lindas narraciones, las disfruté, en esta tarde de domingo lluvioso y con el acompañamiento de una caliente café.
ResponderBorrarUn caliente café.
ResponderBorrar