SEGUNDA ENTREGA

 

Por medio de este espacio continuamos con la publicación de  los trabajos literarios desarrollados a partir del proceso de creación de la escuela de formación en literatura del Instituto Municipal de Cultura Recreación y Deporte de Zipaquirá. Por medio de la lectura de los textos podemos disfrutar las geografías propias de cada voz y la necesidad por construir un tejido social y sensible que le dé nombre a nuestra identidad y a nuestro deseo por hacer un mejor mundo.    

     

 

AQUELLA MUJER

 Aquella mujer, no era mujer, era aún una niña. Su perfil facial era muy bien proporcionado, en tres partes iguales. Sobresalían sus ojos que al mirarlos, me sentía como mirando hacia dentro a través de rendijas desde las cuales alcanzaba a vislumbrar parte de su interior. Aunque brillantes y vivarachos, negros y redondos, me permitían escudriñar su corazón. Su nariz rectilínea hasta la punta y terminando en ángulo recto hasta su base, quería mostrarme sus labios delineados naturalmente por el color de su tez y el bermellón natural y carnoso que a ratos hidrataba con su lengua delicada que por momentos chocaba contra sus dientes del color del marfil para decirme algo. Sus pómulos escarlata, dorados por el sol, demostraban su origen racial entre mulato y europeo. Los lóbulos de sus orejas, estaban armónicamente a la misma altura de la base de su nariz, de allí se alcanzaban a divisar unos agujeros diminutos, contorneados por líneas callosas delicadas que permitían la incrustación de las candongas que lucía con orgullo.

Aquella mujer, no era mujer, era ya una adolescente que descollaba unas elevaciones simétricas en su pecho, con puntas levantadas cual volcanes con sus cráteres a puntos de erupcionar, concordando con sus rodillas que sostenían ese cuerpo voluptuoso en módulos iguales acorde con su estatura. Su cintura escapular concordaba perfectamente con la cintura pélvica, sus hombros estaban en línea paralela con sus caderas y sus brazos estilizados hacían juego con sus piernas en movimientos discordantes pero estéticos.

Aquella mujer, no era mujer, era ya adulta.

 

José Antonio Pulido

 

                                    

 

 QUIZÁ YA NO SOY TAN JOVEN

 Habían  cambiado las cosas ,mi infancia se había marcado por tantas cosas y por muchas historias de guerra pero ahora era todo completamente diferente ,ya no se encontraba ese olor a pólvora en los estados del sur ,así pues también ,Marilyn estaba en su auge y los rumores de que esa rubia platino tenía cierta relación con los Kennedy era prácticamente innegable ,llego la televisión a color y conocimos a Bond James Bond con color, y muchas nuevas modas, amaba esas chaquetas de cuero  y tener el cabello completamente lleno de spray , Bill Gilli sonaba en la radio y llegaban John Lennon y Elvis Presley, junto con la historia de una generación, extrañaba que saliera de los domingos y encontrara niños divirtiéndose usando una pequeños pantalones, medias largas, zapatos tan brillantes que hasta un ciego podría sentir su brillo y las, mujeres que usaban unos hermosos vestidos muchos de ellos diseñados por ellas mismas, ese olor o malteadas, y Broadway era lo más maravilloso que existía las películas jamás fueron tan dramáticas y en los autocines brotaba ese sentimiento a juventud y alegría, no estoy escribiendo mi epitafio pero sí sé que pronto llegara mi último baile y mis últimos consejos, pero sé que mi mente no estará perdida porque confío en que seré tan feliz como lo fui hace mucho tiempo .

Juan Pablo Banoy

 

 

LA PÉRDIDA DE RECUERDOS

José despertó a las 8 como era costumbre, tomó agua del vaso sobre la mesita de noche y se lavó la cara, miró el reloj en la pared y se apuró, habían pasado 30 minutos y no los había sentido, debía reunirse con la actriz que había visto la noche anterior en el teatro, haberse acercado a felicitarla por su estelar había sido la catapulta a un próximo encuentro. Llegó a la calle 24 después de atravesar toda la ciudad y esperó una hora en la mesa de madera, la golpeaba con los dedos y con uno de ellos hacía círculos sobre el plato del pan de queso que había pedido para su desayuno, no tenía el número de la actriz, recordaba su voz y su cabello cobrizo pero le costaba traer el rostro a su mente. Fue al teatro e intentó conseguir una boleta para verla en la función del atardecer y su sonrisa se desvaneció cuando el joven de la taquilla lo miró extrañado al escucharlo decir el nombre de la obra a la que había asistido, y más cuando describió a la actriz, no sé de qué y quién habla, dijo el joven rotundamente, José buscó en los carteles de exposición a la mujer del cabello cobrizo, no había nada, quiso abandonar el lugar y mientras bajaba las escaleras, se preguntó por qué estaba ahí, no quería pasar por eso, le temía a olvidar, pero pasó lo que muchos de sus amigos habían hablado, había empezado a perder la memoria.

Sofía Cárdenas Barragán

 

 

LOS PÉREZ

 Esta es la historia de una familia muy singular, como cualquier otra. Los Pérez.

La matrona de la familia, doña Jovita, era una rezandera de aquí al polo sur, no fallaba a ninguna misa del día. El patriarca, don Tomás, todos los días de esta vida jartaba como una guapucha y para colmo de males tenía una barriga por tanto empinar el codo, era más fácil brincarlo que darle la vuelta.

Estos dos personajes tenían dos hijos: La pequeña Bertildita y el bebé Damiancito. . La nena tenía 16 años, estaba en la flor de la vida, esta adolescente holgazana y quisquillosa, nada le gustaba y en cuanto a belleza se parecía a Griselda, la hermanastra de Cenicienta.

Damiancito contaba con veinte semanitas santas; trabajaba más un gorgojo en un riel, que este muchachote; se la pasaba todo el día tirado en la cama, tragando comida chatarra y viendo TV.; parecía una vaca rumiando pasto.

Esta familia disfuncional vivía en una hermosa casa  construida en la parte central del cementerio de Chapinero y para salir a pasear por este bello campo santo, utilizaban  un sidecar BMW1940 que según las malas lenguas había pertenecido a Adolf Hitler y Eva Braun.

Jaquelin Alfaro Gómez

 

 

EXISTEN AMORES.


Existen amores cuestionados, de los que la gente no quiere saber, de aquellos que se señalan con el dedo y se acusan con la mirada, de los que salieron del closet o debajo de la cama, de los que son tan puros que no los entiende la sociedad.

Existen amores eternos, de aquellos que nunca pasan de moda, de los que trascienden el umbral del sol y se quedan en un limbo infinito.

Existen amores que duelen, de los que son momentáneos y se vuelven un odio sublime, de los que comenzaron siendo ciegos y acabaron con el alma seca de tanto llorar.

Existen amores secretos, amores en silencio, como ese que siento por ti…. cuando te miro desde lejos, un amor que se confundió de tiempo y espacio y el hilo rojo del destino se ató en otro dedo menique por equivocación.

Existen amores de temporada, de aquellos que se viven solo en las noches de enero, amores locos y fugaces pero que quedan en un lugar especial.

Existen amores pasionales, como si el mundo se fuera a acabar mañana, amores enfermizos, amores imposibles, amores que solo se viven una vez.

Existen amores verdaderos, pero que nunca podrían ser, existen amores vacios, profanos y platónicos, existen amores de borrachera, aquellos son amores amnésicos, amores por conveniencia, existen amores que nunca volverás a ver.

Existen amores malos, amores perversos, amores que matan y amores que resucitan, existen amores que no son amor, amores filiales, amores infieles, existen amores que se vuelven a enamorar.

Y existen amores innombrables pero que aún así se nombran, y existen amores que quedaron sin nombrar.

Y hoy te pregunto

Cuál es tu amor?

Yo por mi parte te respondería:

Que mi amor solo quiere hacerle el amor a tu egoísta amistad.

Mario Rincón

 

 

LLEGA EL MOMENTO

Llega el momento

en que se entiende

que nada es eterno

y que a medida que pasa la vida,

se comprende que todo es fugaz,

y sólo hay que andar los caminos.

 

Llega el momento

en que se entiende

que mantener el alma dormida,

es como perder los sentidos

en la inmensidad del mar,

y estar tan vacío que ni recuerdos quedan.

 

Llega el momento

en que se entiende

que el perdón es más importante que el amor,

para que el corazón pueda ondular al viento,

y sin reproches ni amarguras

vivir la vida como pájaros al aclarar el día

 

Ana Mora

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